Tres girasoles. Apt. 102
Juraría que empieza con la Uve.
Eso dice Jerónima. Sabemos
que hay un día, un instante, para ella
y su fuerza, y también unos arreglos.
Me quité. Me salí. Con tanta ayuda
que, después de mil años, agradezco
y cocino en la mente y se lo come.
Ya no vive en el barrio y es perfecto.
No la voy a colgar en las paredes
del adiós, ni habré perdido tiempo
anotando que “un príncipe lo olvida"
o quitándole el Nuevo Testamento.
Si la borro, se irá sin ver al Hijo,
sin ver Nada. La música sin miedo,
a la hora del suave (y postergado)
Cuatro Leches, la canta en el Infierno.
Algo dice, metódica. Es difícil
entender de qué habla y qué misterio
pudo ver, mas afuera llueve a cántaros.
Hay un día, un instante sordo, ciego.
Juraría por ella, postergable.
Siento frío y calor, aburrimiento
y nostalgia exclusiva. Me entretiene
el Espíritu. Y, claro, es mi remedio.
Eso dice Jerónima. Sabemos
que hay un día, un instante, para ella
y su fuerza, y también unos arreglos.
Me quité. Me salí. Con tanta ayuda
que, después de mil años, agradezco
y cocino en la mente y se lo come.
Ya no vive en el barrio y es perfecto.
No la voy a colgar en las paredes
del adiós, ni habré perdido tiempo
anotando que “un príncipe lo olvida"
o quitándole el Nuevo Testamento.
Si la borro, se irá sin ver al Hijo,
sin ver Nada. La música sin miedo,
a la hora del suave (y postergado)
Cuatro Leches, la canta en el Infierno.
Algo dice, metódica. Es difícil
entender de qué habla y qué misterio
pudo ver, mas afuera llueve a cántaros.
Hay un día, un instante sordo, ciego.
Juraría por ella, postergable.
Siento frío y calor, aburrimiento
y nostalgia exclusiva. Me entretiene
el Espíritu. Y, claro, es mi remedio.
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