Yo que fui Tormenta
Hace como dos años Dyango vino a cantar a Miami y alguien del público le pidió “Bancarrota”, que en realidad es una canción de Braulio. Veo dos posibles razones para esta equivocación: 1. Dyango y Braulio (hablo de las palabras) tienen rima asonante. 2. La música de aquel tiempo se parece a la de aquel tiempo, como la de ahora se parece a la de ahora. Dyango y Braulio no se imitaban y de todos modos, en regiones donde la gente está en otra cosa, los han convertido en un solo cantante y nadie pagaría por distinguirlos –así ocurre con Serrat y Perales en regiones peores. El español habría pensado, en la soledad ciega de la platea: “Si dejo de cantar un solo día no me van a reconocer ni en las terminales”. Es malo confundir las proporciones de la misión, convertirte en su esclavo en vez de disfrutar su libertad, su mística necesaria. Ni el espíritu ni el animal deberían desgastarse para dejar una maqueta de sí mismos. ¿A quién le importa, en realidad? Sale más fácil hacer teatro que cuidarse históricamente. No estaba allí: me lo contaron. Menos mal que no estaba, pues me hubiera dado por llorar.
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